martes, 26 de febrero de 2013

El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Jonas Jonasson.


      No sé qué pensaba que sería este libro cuando lo cogí para leerlo pero desde luego, lo que encontré no lo esperaba en absoluto.

     ¿Sabéis cuando un libro espera pacientemente en la estantería, sin protestar y vosotros pasáis delante, lo miráis un poco, estáis tentados y al final os decidís por otro? Eso me pasaba a mí con El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Lo veía y me llamaba la atención pero, no sé por qué, no acababa de decidirme. Finalmente, hace unos días, mis padres me comentaron que era muy divertido y como yo quería una lectura divertida, me animé.

     ¡Y cómo me alegro de haberme animado! Porque, si bien no es un libro de carcajadas constantes, sí lo es de escenas disparatadas y de sonrisas que nos acompañan página, tras página y eso lo hace, como ya me habían dicho mis padres, muy divertido.

     Allan Karlsson espera en su habitación de la residencia de ancianos donde vive para bajar a celebrar su cumpleaños número 100 al que asisten periodistas, todo el personal de la residencia y hasta el alcalde pero, de pronto, piensa que nada de eso va con él y vestido con su mejor traje y unas pantuflas decide salir por la ventana y largarse. Si pensamos que, debido a su edad, no llegará muy lejos, estamos más que equivocados. Allan va a demostrarnos que a los 100 años, ¡la vida no ha hecho más que empezar!

     Y mientras acompañamos al anciano en una serie de episodios a cual más absurdo y conocemos a sus nuevos amigos, personajes curiosos, cuando menos, repasamos también su vida, una vida igual de trepidante, disparatada e hilarante que la aventura en la que ahora está entretenido.

     Pero es que, con Allan, todo parece tremendamente sencillo, las cosa se suceden una tras otra, locura tras locura y sin que nuestro protagonista tenga más pretensión que vivir, razonablemente cómodo, o un plan determinado. Se deja llevar, cayendo siempre de pie, para deleite de los que leemos sus aventuras y desesperación de quienes le persiguen.

     Resulta curioso que alguien que se niega a meterse en política se encargue de hacernos, de una manera aparentemente muy inocente, una crítica feroz y brutal a la sociedad en que nos movemos y de tantas grandes figuras e ideologías. Allan Karlsson no quiere saber nada de ninguna pero nos habla de todas y se ríe de ellas constantemente. Imagino que, por eso entre otras cosas, este libro es diferente.

     Con una prosa muy ágil, unas conversaciones frescas y ocurrentes, una acción loca, sin pausas y unos personajes con los que es imposible no encariñarse, este libro es uno de los mejores que he leído últimamente. Me he reído, he pensado y sobre todo, he disfrutado de una historia original, muy bien escrita y muy bien planteada.

     Si aún no sabéis como sigue la historia de este abuelo que saltó por la ventana, ¡no os lo perdáis! Creo, de verdad, que os va a gustar.

miércoles, 6 de febrero de 2013

La mujer que arañaba las paredes. Jussi Adler-Olsen.


     Ya sabéis cómo me gusta la literatura policiaca. Es, seguramente, el género que más leo y al que recurro siempre en los momentos de crisis lectoras o en los que solo quiero perderme en los libros, casi nunca me falla.

     Por eso es curioso y extraño que haya tardado tanto en animarme con esta serie, que llega, como tantas otras, de los países nórdicos y de la que he leído tantas buenas opiniones.

     El caso es que me llamaba la atención pero debo reconocer que eso de que el departamento Q trabajara sobre casos no cerrados de hace tiempo me echaba un poco para atrás, no sé, me daba la sensación de que iba a perder intriga y tensión, ¡qué equivocada estaba!
 
 

     Carl Morck es un subcomisario de policía que atraviesa, seguramente, la peor etapa de su vida. Después de que, en su último caso, uno de sus compañeros muriera y el otro quedara gravemente herido no se encuentra con ánimo ni ganas de enfrentar nada o de volver al trabajo, pero debe hacerlo y para empeorar las cosas sus jefes han decidido crear un nuevo departamento compuesto por él solito para trabajar sobre casos no cerrados en el pasado. A pesar de que la idea no le gusta y de que el ayudante que le han asignado le resulta, cuanto menos, chocante, tendrá que elegir un primer caso y poco a poco  sin darse cuenta, se irá implicando y sorprendiendo por la evolución y el cariz que toma la investigación.

     Es curioso que, justo lo que me planteaba dudas para leer estos libros hayan sido, desde este que es el primero, lo que me ha cautivado de los mismos. Casos antiguos que no se cerraron y que parece que no tendrán ninguna emoción porque el paso de los años los ha llenado de polvo, son, en realidad, auténticos retos que, además, nos mantienen en tensión durante toda la novela pensando, ¿lo resolverán? ¿Servirá de algo? ¿Aún llegarán a tiempo de salvar a alguien? Y mientras, de la mano de este policía taciturno, pesimista y cabezota que, por supuesto, no es lo que parece y de su ayudante Assad, vamos a ir conociendo hechos, personajes, incongruencias… Esta vez para saber qué fue de Merete Lynggaard, joven promesa política que un día desapareció y a la que se dio por muerta aún sin que hubiera pruebas concluyentes.
 
 

     Como la mayoría de las novelas nórdicas de este tipo que han llegado a nosotros, nos vamos a mover en un ambiente gris y con unos personajes herméticos y en muchos casos tremendamente retorcidos.

     Creo que ya os he comentado cómo me llama la atención esta característica tan repetida en este tipo de libros. Los dramas son sucios y enfermizos y “los malos” lo son de una manera tan sórdida que encoge un poco el corazoncito. Pero lo más llamativo es que, este ambiente, parece atacar también a los personajes “buenos” que no tienen, ni siquiera en su hogar, un poco de luz y calor. Los libros de crímenes siempre son chocantes y duros pero yo tengo que decir que, con los de este autor, me he sentido algo abrumada en muchos momentos.
 
 

     A pesar de eso, recomiendo sus lectura, ágil y fácil, intrigante desde el primer momento y de esas que mantienen la tensión en cada página. Este libro, como tantos otros, no es una obra maestra pero es realmente entretenido y a mí me ha gustado mucho, lo he leído con auténtico interés, totalmente fascinada por los hechos y por unos protagonistas con los que, a pesar de sus rarezas, me he encariñado mucho.

     Y como cuando me hago amiga de los personajes me gusta saber qué es de su vida, volveremos a hablar de Morck y de Assad porque, claro, he seguido leyendo sus libros y tienen mucho que contar.

     Como ya he comentado en el blog infantil sigo teniendo problemas con el ordenador pero es agradezco en el alma todos vuestros comentarios y que vengáis a vernos. Espero recuperar pronto mi memoria ram (o algo así) para poder responder y devolver visitas. Un abrazo grande y nos leemos.
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