miércoles, 28 de septiembre de 2011

Criadas y señoras. Kathryn Stockett.

               La semana pasada Goizeder, del blog Cuéntate la vida, nos contaba sus primeras impresiones sobre la película que está a punto de estrenarse basada en esta novela. Unos días después nos habló también del libro. Yo tenía pendiente esta reseña y pensé que, ya que pronto íbamos a poder ver la historia en el cine, era un buen momento para hacerla.
       Había leído varias reseñas y opiniones interesantes y pensé que esta podía ser una de esas novelas que te hacen disfrutar de su lectura y que luego recomiendas a diestro y siniestro así que me anime a pedírsela a un amigo que siempre me trae libros maravillosos.

               Como yo tenía una montaña tremenda de libros por leer y mi madre no tantos se la dejé para que la leyera ella antes. Cuando le pregunté me dijo, “¡me ha encantado!”. Ya sabéis que yo me fío mucho del gusto de mis padres a la hora de hablar de libros así que cuando por fin empecé este lo hice muy ilusionada con él. Tenía claro que disfrutaría leyéndolo.
      Y, efectivamente, así fue. En medio de este verano sofocante (por lo menos aquí en el sur) yo viajé a Jackson, Missispi, donde también pasé calor pero, sobre todo, donde descubrí la vida de un montón de mujeres que cargaban con el peso cultural y la tradición de una época y una zona geográfica. Hasta los personajes más antipáticos de la novela son víctimas de todo esto.
       La joven Skeeter vuelve a su casa al terminar sus estudios en la universidad y está llena de ilusiones e inquietudes pero entre ellas no está buscar un marido y formar una típica familia americana como todo el mundo, sobre todo su madre, espera. Ella aspira a ganarse la vida escribiendo y está dispuesta a luchar por eso y conseguirlo, ¿quién sabe? Tal vez algún día pueda incluso hacerlo en Nueva York.
       Mientras busca trabajo y retoma su antigua vida, con sus amistades de siempre y su familia una idea empieza a darle vueltas en la cabeza. Desde pequeña ha visto como las mujeres negras sirven en casas de blancos y crían a sus hijos pero ahora empieza a tener otra perspectiva del asunto y se le ocurre algo totalmente descabellado en la sociedad en que vive, puede que incluso peligroso.

                Para poder hacer realidad su proyecto necesitará la ayuda de estas mujeres negras que todo lo ven y que siempre callan. Aibeleen y Minny, dos de ellas, se atreverán a involucrarse en la idea.
       La verdad es que el libro me sorprendió, no sé porqué no tenía muy claro de que iba a tratar y me encantó poder conocer varias versiones de una misma historia que puede parecer ya muy vista pero que, en este caso, se nos presenta de manera diferente, emotiva y crítica.
       Quizá habrá quien la encuentre previsible o sosa, no es mi caso, disfruté mucho conociendo a unos personajes entrañables y valientes y a una sociedad hipócrita que necesita aparentar de puertas hacia afuera pero que también sufre al darle la vuelta a la llave de casa. En esta novela nos hablan de tantas vidas que no podemos dejar de leer, intrigadas y fascinadas por las diferentes visiones que observamos de un mismo tema. Yo sentí a veces rabia e impotencia, otras ternura, tristeza, simpatía, optimismo… todo cabe en estas 559 páginas, escritas, además con agilidad y frescura. El libro se lee de un tirón y en ningún momento se hace pesado, al contrario, debo reconocer que yo me quedé con ganas de saber más.
        En fin, como mi madre, yo también digo “me encantó” porque no es un libro pretencioso, con sencillez y una historia bonita consigue hacernos pasar buenos momentos al mismo tiempo que nos planteamos muchas cosas.


       Supongo que muchos de vosotros ya lo habréis leído, a los que no, si tenéis ganas de leer algo agradable, aquí podéis encontrarlo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Mi tío Oswald. Roald Dahl.

       Hoy es el día de Roald Dahl, en Inglaterra se celebra la fecha de su cumpleaños con actividades en la fundación y en el museo con su nombre que su viuda creo tras su muerte. Aquí, en España, somos muchos los que admiramos a este gran autor que nos regaló tantos buenos ratos cuando éramos niños y esta mañana hemos empezado una charla virtual por medio de las redes sociales facebook y twitter. Ha sido muy interesante y enriquecedor.
        En el blog de literatura infantil, Matilda,  está siendo la semana especial de Roald Dahl, ayer hablamos de su vida y hoy hemos comentado uno de sus libros, seguiremos hasta el domingo.
        Y aquí, en el blog de literatura de adultos tampoco quería dejar pasar este día así que os traigo la reseña de uno de sus libros para adultos con el que yo me reí, me escandalicé y desde luego, me lo pasé muy bien.
        Si Roald Dahl era muy políticamente incorrecto cuando escribía para niños, os podréis hacer una idea de que cuando escribía para adultos lo era aún más. No le tenía miedo a tratar ningún tema y en todos ellos usaba ese humor ácido que le caracterizaba y le hacía tan especial.

             Mi tío Oswald es la historia de Oswald Hendryks Cornelius, connaisseur, bon vivant, coleccionista de arañas, escorpiones y bastones, amante de la ópera, experto en porcelana china, seductor de mujeres, y casi sin duda el mayor fornicador de todos los tiempos”, o una parte de ella, en la que se cuenta cómo llegó a ser rico y a alcanzar el tren de vida que lleva.
     Con 17 años su madre le envía a estudiar a Francia y le acomoda en una pensión cutre y pobretona donde el tío Oswald se da cuenta de que, para vivir bien, necesita dinero. Ni corto ni perezoso se pone a buscar la manera de conseguirlo y la encuentra cuando viaja a Sudán y descubre que existe un escarabajo que, una vez secado al sol y convertido en polvo es un fuerte afrodisiaco.
     No tarda mucho con hacerse con una buena cartera de clientes a los que vende su maravilloso producto, pero su mente inquieta sigue maquinando y con la ayuda de uno de sus profesores encuentra la manera de congelar semen. ¿Qué mejor negocio que vender el esperma de personajes ilustres? Su amiga Yasmin, a la que nada frena se presta rápidamente a formar parte del negocio y de este modo se van haciendo con el codiciado producto de celebridades de la talla de Freud, Picasso, Renoir y varas casas reales.
     “De repente me dijo con voz asfixiada y algo mojigata 'Señora, desearía que se quitara la ropa'.
Oh, majestad! -Exclamé, poniéndome las manos en el pecho - ¡Qué decís
!'
-
Desnúdese
-dijo él, tragando saliva.
-¿Qué ocurrió luego?
-Esta gente de la realeza es muy extraña. Conocen algunos trucos que nosotros, ordinarios mortales, ignoramos”.


                Como veis, un texto gamberro y divertido que nos hará reír con situaciones de lo más disparatadas.
       Es cierto que el tema se presta a ser soez y a caer en la grosería pero un maestro como Dahl no iba a dejar que esto ocurriera, lo trata con naturalidad y desparpajo, sin entrar en descripciones sexuales implícitas, sino dejando que el lector juegue con su imaginación y creando un relato fresco y lleno de guiños.
       Como en todos sus libros, su manera de escribir ágil y desprovista de artificios convierte la lectura del mismo en un paseo divertido y agradable que hace que al terminarlo lo cierres con una sonrisa.
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