No sé por qué,en verano siempre me
ocurre, entro en una crisis lectora en la que no consigo que ningún
libro me enganche y paso semanas desesperada empezando libros que sé
que en otro momento me tendrían de lo más entretenida y dejándolos
para cuando llegue ese momento con una gran pena del alma mientras
busco alguno que me permita terminarlo hasta el final.
En esta búsqueda estaba cuando,
saltando de blog en blog, descubrí este libro que prometía no ser
apasionante pero sí agradable y entretenido, algo fundamental en
estas crisis en las que casi siempre acabo buscando consuelo en
Rosamund Pilcher, y hacer las delicias de una tejedora novata como
yo.
No me decepcionó, resulto ser un
libro ideal para el momento que me acompaña, fácil de leer, lleno
de historias y del que, además, he aprendido algunas cosas de mi
nueva afición.
Mary ha perdido repentinamente a su
hija de 5 años y la vida ha dejado de tener sentido para ella, a
pesar de sus esfuerzos, levantarse por la mañana es una tarea
titánica y es incapaz de recordar cómo era su vida antes de que la
pequeña Stella llegará.
Para su sorpresa, su madre le insiste
en que aprenda a hacer calceta y un día, sin saber muy bien por qué,
entra en la tienda de lanas de Alice y deja que ella le enseñe a
hacer una bufanda. Pronto irá descubriendo a otras mujeres que, como
ella, recalan una tarde a la semana en la tienda y se sientan a hacer
labores, a ayudarse con ellas y a hablar, de lo que sea. Pronto
descubrirá también que su vida no es la única que sufrió un
vuelco y que el movimiento de las agujas es capaz de sanar heridas
mejor que cualquier otra cosa.
Me llamó la atención de este libro
que la autora lo escribió después de haber pasado por una
experiencia similar. Ella también perdió a su hija y cuenta que,
cuando eso pasó, los libros, su refugio en otros momentos, no fueron
capaces de darle consuelo. Se veía incapaz de leer y de escribir y
las palabras ya no tenían sentido para ella. Tejer le ayudó a
recuperar el rumbo de su vida y en este libro vuelca esa idea y nos
enseña a todos por qué las lanas la salvaron.
Este es un libro lleno de historias
duras y tristes, no os lo voy a negar, pero siempre vistas desde un
punto de vista positivo, incluso cuando sus protagonistas aún no han
remontado el mal momento.
Tal vez os parezca muy similar a El
club de los viernes, supongo que es cierto sentido lo es, pero en
este caso, a mí me ha dado la sensación de que el dolor que nos
muestran es menos gratuito, tiene una finalidad, algo que decirnos y
es así porque este es un libro que nos enseña que hasta del golpe
más duro puede uno levantarse y que la felicidad vuelve, aún cuando
contemos una herida más en el alma y la vida siempre tiene algo
bueno que ofrecernos. Es un libro que ayuda a tener esperanza y que
nos muestra la vida como es, a veces bonita, otras maravillosa, otras
brutal, de vez en cuando, ni fu, ni fa, pero siempre vida y siempre
en marcha, creo que esa es una de las cosas por las que me ha
gustado.
Por otro lado, el hecho de que hable
de mantas, de jerséis, de bufandas, de ovillos de lanas de colores,
de puntos, etc., me ha parecido encantador, me ha dado ideas, me ha
enseñado algunos trucos y me ha aclarado algunas dudas. Para mí
tenía ese añadido.
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Ya veis que tejer en grupo no es nada nuevo. |
Sobre la lanaterapia, debo reconocer
que, desde que me inicié en esta nueva historia, alguna que otra
persona me ha comentado que tejer le ayudó a pasar un mal momento y
la verdad es que lo entiendo perfectamente, a mí me ayuda, me relaja
y me reconforta, en general. Me hace sentir bien y animo a todo aquel
que tenga ganas de probar pero creo que, cualquier hobby que nos
ayude a desconectar y que nos haga pensar y concentrarnos de otra
manera, obligándonos a dejar las preocupaciones en un rincón puede
ayudarnos a pasar un mal momento. Por eso, en mi opinión, lo
fundamental es tener esa ocupación que nos haga sentir bien.
Cuando
leí lo que contaba la autora de El círculo de punto sobre
los libros y las palabras me sentí, por un momento, bastante
aterrada, las palabras son mi refugio desde bien pequeña, ¿os
podéis imaginar que dejaran de tener esa capacidad? Por suerte, Ann
Hood se encontró con las lanas y poco a poco, los libros también
volvieron. Supongo que, si buscamos, siempre encontraremos un
salvavidas.
En fin, en general, el libro me ha
gustado bastante y lo recomiendo no solo para los tejedores sino para
todo el mundo porque a pesar de las historias duras, es agradable y
bonito, con personajes entrañables y un mensaje positivo.