Hace tiempo que es bastante raro que alguien me regale libros. Salvo
mi colega Joaki, del que ya os he hablado, y Jaime, de vez en cuando, casi
nadie se anima a rebuscar en las estanterías de una librería algo que traerme a
casa. No me entendáis mal, comprendo que, cuando uno lee mucho, acaba siendo
complicado porque nadie sabe si este o aquel libro ya te lo has leído, si conoces
a este autor tan famoso o si te gustará el nuevo best seller de turno. Es
difícil regalar libros y más si no eres muy lector, ¿verdad?
Por eso, cuando en la
celebración de mi último cumpleaños, mi amigo Migue me entregó un paquetito rectangular
que dejaba adivinar claramente su contenido, me hizo muchísima ilusión. Y me
hizo aún más que el libro que contenía el paquetito fuera totalmente nuevo para
mí y ¡policiaco! Sí señores, iba a
conocer un nuevo autor y una nueva saga y eso me llenó de alegría y de ganas de
empezarlo inmediatamente.
Garret Quirke, patólogo
forense y personaje gris, escéptico y taciturno con un problema de alcoholismo,
es el protagonista de las novelas en las que Benjamin Black (seudónimo de Jonh
Banville) nos va a mostrar la Irlanda de los años 50, desde distintos ángulos y
miradas pero, sobre todo, desde los más oscuros.
Phoebe, la hija de
Quirke está preocupada porque hace semanas que no tiene noticias de su mejor
amiga, April Latimer, médico y a la vez, oveja negra de una influyente familia.
Cuando llega a la conclusión de que algo malo ha tenido que pasar pide ayuda a
su padre quien, recién salido de una clínica de desintoxicación y apoyado por
su cuñado Malachy y el inspector de policía Hackett, comenzará una búsqueda
llena de obstáculos y habladurías que le llevarán a la conclusión de que, a
veces, las cosas son justo lo que parecen.
Debo decir que este no
es el primer libro de la serie de Quirke y que, por lo tanto, en algunos
momentos he tenido la sensación de que me había subido al carro a mitad de
viaje pero, en general, me ha resultado muy entretenido y he podido seguir la trama perfectamente.
Dublín debe de ser una
ciudad en la que la lluvia y la niebla forman parte de paisaje diario. En esta
novela, los personajes y los hechos se funden a la perfección con este ambiente.
Todo lo iremos conociendo poco a poco, todo se verá con dificultad en un
principio pero se dejará entrever para, finalmente descubrirse claramente.
April, a la que casi no conocemos al principio, irá tomando forma página tras
página, a pesar de no aparecer en ningún momento y los hechos, lo que
pensábamos que podría haber pasado, también se nos irá mostrando a medida que
leamos, de manera muy gradual.
Esta no es una
historia de grandes sorpresas pero el camino recorrido en ella es su gran baza. Por lo menos, esa ha sido mi impresión. Su ritmo pausado, la
tranquilidad de lo cotidiano, la mezcla del misterio con la vida real, hacen que
su lectura sea tranquila y analítica y que a la vuelta de cada página hagamos
un nuevo descubrimiento a la vez que se nos plantea una nueva duda.
En cualquier caso, me
ha gustado, os lo recomiendo, sin duda y yo misma volveré a las calles de
Dublín, a conocer mejor a Quirke, a Phoebe, su historia común y todas las demás
que les rodean.
Este fue un regalo que
me hizo mucha ilusión cuando llegó y que después se reveló como una gran
lectura. Mil gracias, amigo.